4.1.06

Máscaras

Mientras más se asume el propio destino, mayor imposibilidad de ser infeliz tenemos y por el contrario, luchar --sin habilidad--, contra las circunstancias, supone caer en la amargura de la distancia entre nuestros deseos y nuestra realidad. En todos los seres humanos felices que he conocido, parte de la calma que transmitían, provenía de haberse sabido adaptar a unas condiciones tan difíciles como propensas a la tristeza. Y he de reconocer que parecían alegres. Digo parecían porque también sé que aquello que mostramos a los demás dista mucho de lo que realmente sentimos.