17.4.10

Conversaciones

Puede que la felicidad sea tener alguien que te escuche pero no sólo con los oídos sino también con la mirada, que te oiga por dentro, donde tu voz no se oculta y es clara, transparente para quien así es capaz de mirarte y escucharte. También puede que la felicidad consista en lo contrario: en tener alguien a quien escuchar, que su voz nos penetre por los poros y nos inunde su acento como un bálsamo y calme cualquier mal que nos aqueje, despeje nuestras preocupaciones como viento que se lleva la tormenta, que su voz nos eleve hasta el vértigo aunque estemos sentados y no nos cansemos de seguir escuchándola, porque nadie se cansa de oír el agua que mana de la fuente, si su voz es suave, queda, casi un susurro que nos conmueve o estalla en una risa pero siempre nos hace sentir que renacemos.