8.4.10

Jardín secreto

Puede que la felicidad sea cuidar de un jardín secreto, pintarlo de un azul puro y limpio, primigenio, adornarlo con palabras y flores, regarlo con la savia de la risa y muy de vez en cuando, con alguna lágrima, sentirse a resguardo en él de los vaivenes de las sombras, protegido por su bóveda celeste inexpugnable, pero al tiempo, dejar su puerta abierta por si acaso alguien viene a visitarte, una amiga tal vez, y encuentre libre el paso y así poder charlar, despacio, del cambio de estación, de los griegos y los números romanos,de una granja, de los sueños y los pájaros...