29.3.10

Laberintos

A veces un libro o una película nos enseñan de golpe más de nosotros mismos que todo el tiempo que andamos dándole vueltas en nuestra cabeza a lo pasado. Aún así, acaso la felicidad sea encontrar otros seres que, sin conocerte apenas, te desvelen nuevos recodos del laberinto que somos, nuevos lugares --dentro de ti--, que explorar y en los que poder vivir durante años, con la certeza de que eso siempre será más valioso que hallar la salida, que el tiempo así vivido iluminará las sombras que siembra la maleza, que tras cada uno de estos encuentros, te sentirás menos solo, porque aunque cada uno siga viviendo su propio laberinto, en algún punto éstos se cruzaron, dejaron de ser islas que encierran minotauros, fueron la fuente que marca el alto en el camino, mágicos lugares donde beber, junto al agua fresca, la alegría de hablar con otros, de encarar el horizonte con una sonrisa repleta de optimismo y de seguir dibujando laberintos.