12.12.05

Impulsos

Este afán humano por buscar la felicidad obedece más a un impulso que a una acción razonada y quizás por ello situemos las metas de nuestra búsqueda en objetos materiales que han sustituido la ancestral adoración de nuestros antepasados por los ídolos o en deseos tan peregrinos como inalcanzables. Como afirma el dicho, ser feliz consiste en querer lo que se tiene y no en tener lo que se quiere, pero ni a eso llegamos, porque entre el ruido y las prisas de nuestra vida, pocas veces nos paramos a pensar en todo lo valioso que poseemos y no me refiero, claro está, a bienes materiales, sino a lo intangible que no por ello invisible, aunque para la mayoría de los humanos lo sea y no recuperemos la vista hasta que se vuelve visible por la simple y dolorosa circunstancia de haberlo perdido. Me refiero a "esas pequeñas cosas" que cantaba Serrat por las que lloramos o reimos, por las que, en fin, vivimos, o al menos sobrevivimos en este paraje de desconsuelo que es la existencia: los amigos, los libros, la poesía, las calles, las aceras, las montañas, las esquinas...