14.6.10

Trapecista

Puede que la felicidad sea volver a ver la risa a mi alrededor, que la mañana se vista de turquesa y aprenda a comprender las señales de la felicidad que me llegan y que en mi torpeza no había sabido identificar. Una prueba más de la inocencia adolescente en la que vivo. Si la nada de la muerte es eterna prefiero dejar para ella la maldad y vivir ahora como vivo, en este sinvivir que me hunde o me eleva a lo más alto según los días, a merced de mi corazón, sin precauciones, como el trapecista sin red que en cada actuación se juega la vida pero que a pesar de alguna caída, no deja de subirse hasta el trapecio porque desde él, la vista es más hermosa y la palabra vida adquiere el derecho a llamarse de ese modo.